PENSAMOS COMO OTROS QUIEREN QUE PENSEMOS

por José María Castillo
(Doctor en Teología y ex Sacerdote Jesuita)
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En muchas más cosas de las que imaginamos, pero sobre todo en asuntos de religión, una enorme mayoría de creyentes estamos "programados" de tal manera, que, sin darnos cuenta de lo que nos pasa, el hecho es que pensamos, no como nosotros queremos, sino como otros quieren. Y lo peor de todo es que sometemos nuestro pensamiento como si eso fuera lo que hay que hacer, lo que tiene que hacer todo el mundo. Para conseguir esto, las religiones utilizan un mecanismo que reslta contundente por su tremenda eficacia. Liberarse de ese mecanismo es una tarea titánica que raras veces llega a su término y alcanza su fin. El mecanismo del que estoy hablando es el siguiente: una persona religiosa es una persona que, desde el momento en que acepta ser "creyente", desde ese momento introduce en su vida un elemento extraño a la vida misma, un elemento que no es verificable, que es indiscutible, y sobre todo que es manipulable. De donde se sigue que una persona que introyecta en la sangre misma de sus ideas más queridas un elemento así, desde ese momento y de forma inevitable, empezamos a pensar, no como nosotros queremos, sino como quieren y les interesa a los "guardianes de la ortodoxia", a los "censores de la fe". Por eso hay tanta gente que aceptan, sin más, las cosas más extravagantes que, a veces, se dicen o se oyen en los sermones de las iglesias. ¿Qué explicación tiene que los obispos anden más preocupados por la ley que se va a discutir en el Parlamento sobre el aborto (y conste que yo no soy antiabortista) que por los escándalos de corrupción política de los que cada día nos enteramos? ¡POR FAVOR! VAMOS A UTILIZAR LA CABEZA PARA PENSASAR Y NO PARA SOMETER NUESTRAS IDEAS A LAS IDEAS QUE LES INTERESAN A OTROS.
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